Conocer al Espíritu Santo nos conduce a una vida de poder. No hay una manifestación sobrenatural de Dios sin la intervención del Espíritu Santo. Esta es una realidad que todos conocemos; Dios tiene el poder. ¿Pero que ocurre cuando entendemos que el poder de Dios está en nosotros?
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8
Uno de los nombres para referirse a Dios en el Antiguo Testamento es "El Shaddai" que significa "El Todopoderoso". Los discípulos entendían bien este atributo de Dios. Si Dios creo los cielos y la tierra, no hay nada lo suficientemente grande o difícil para Él. Dios tiene el poder. Pero Jesús les estaba enseñando algo más profundo. Y es que con la venida del Espíritu Santo el Poder de Dios estaría en ellos. En su interior. Y esto lo cambiaba todo.
“Un seguidor de Jesús no experimenta una vida cristiana completa
hasta que no es lleno del Espíritu Santo.”
- El poder transforma lo que soy "Seréis testigos"
Aquello que estamos llamado a ser es inalcanzable en nuestras propias fuerzas. No podemos llegar a lo que Dios preparó para nosotros si no es por el poder del Espíritu Santo.
- El poder sigue a la fe que tengo "Señales seguirán"
Recibir poder no nos debe distraer de lo que es verdaderamente importante. Las señales seguirían a los que creen. A lo que debemos prestar atención es a no perder nuestra fe. En Jesús. En lo que Él puede hacer, a pesar de mí. El poder está disponible siempre y cuando la fe esté presente.
- El poder me capacita para algo mayor "Lo que tengo te doy"
Normalmente hay situaciones en las que no podríamos intervenir. Hay necesidades que no tenemos la capacidad de cubrir. Pero ahora conscientes del poder de Dios en nosotros podemos dar aquello que está dentro. No puedes dar lo que primero no reconoces que tienes.
- El poder se manifiesta para glorificar a Dios "A Él sea la gloria en la Iglesia..."
El propósito de recibir poder no es hacernos más poderosos. Es glorificar a Dios en este mundo. Por eso recibir poder pasa por primeramente rendirse a la obra del Espíritu Santo. La humildad es un requisito indispensable para todo el que quiera ver la manifestación del poder de Dios en su vida.
A Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3:20