SERIE VIENTO Y FUEGO Pt.1// El día Esperado



Cuando hablamos sobre el Espíritu Santo, la mayoría de nosotros tenemos una ídea de lo que debería de ser. Algunos se basan en sus experiencias pasadas. Otros, en lo que les han contado o han leído. Pero conocer y descubrir a la persona del Espíritu Santo es algo personal y único. Al ser una persona, debemos desarrollar una relación con Él para poder descubrir todo lo que puede significar para nuestra vida. 

Conocer al Espíritu Santo es vital para vivir nuestro propósito

La Biblia nos muestra como Jesús antes de ascender a los cielos hizo un énfasis especial a los suyos en que ahora debían esperar, recibir y vivir por el Espíritu Santo. Lo hizo desde la primera aparición a ellos una vez resucitado.

Juan 20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 

Ellos no lograban entender muy bien a que se refería. Pero cuando 40 días después Jesús ascendió a los cielos delante de sus ojos, 120 subieron a una habitación para estar juntos, orar, y esperar al Espíritu Santo. Estuvieron allí hasta que llegó el día de Pentecostés. 
 
Hechos 2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
 
Conocer al Espíritu Santo requiere de nosotros una actitud de espera activa. Estar expectantes por lo que Dios puede hacer es, sin lugar a dudas, una de las cosas que más atrae la intervención de Dios. La mejor manera para mantenerse esperando es permanecer orando. Por eso, si estás queriendo conocer más al Espíritu Santo deberías preguntarte ¿Cómo está mi vida de oración? Dios puede hacer las cosas de una manera diferente a como han sucedido en el pasado. Pero todo lo que Dios hace siempre pasa por el canal de la oración. 
 
Mientras ellos oraban, de repente escucharon un viento, vieron fuego, y hablaron lenguas desconocidas. Todo esto era una señal que indicaba que el Espíritu Santo los estaba llenando por completo. Ya no serían los mismos. Ya no harían las mismas cosas. Ahora estarían preparados para cumplir con el propósito que Jesús les había dejado. ¿Lo estás tú?
 
El viento y el fuego son señales que les ayudaba a ser conscientes de que Dios estaba con ellos. Que no estarían solos nunca. La presencia de Dios sería como el viento, moviéndose de un lugar a otro. Llevándolos a nuevos destinos. Trayendo aire fresco en días difíciles. El fuego les recordaría que el poder de Dios los acompañaría. Las señales ocurrirían. Si ellos permanecían enfocados y apasionados por Dios, podrían ver todo lo que Dios era capaz de hacer. 
 
Por eso hoy puedes acercarte al Espíritu Santo y conocerlo profundamente. Te recordará cuanto Dios te ama. Y experimentarás Viento y fuego. Refrigerio y poder al mismo tiempo. ¿Qué tal si por unos minutos tomas tiempo para conocer más y experimentar al Espíritu Santo?
 
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
2 Timoteo 1:6-7
Además comenzaron a hablar en idiomas que no conocían para hacer llegar el mensaje del evangelio a quienes nunca había llegado. Porque el Espíritu Santo viene a nuestras vidas para recordarnos para Dios que no hay límites. Y que Él es para todos. Para los que le buscan.  El viento, el fuego y las lenguas fueron las señales que movieron a Pedro a predicar y a hablar a una multitud. Para descubrir que la predicación sería la manera en la que Dios traería salvación y añadiría a más gente a la Iglesia. 
 
...Y como fue entonces sigue siendo ahora...